ALERGIA: LA ENFERMEDAD QUE PONE EN JAQUE A 1 DE CADA 4 ESPAÑOLES

Se han duplicado en los últimos 15 años debido a los altos niveles de contaminación y el uso de antibióticos y vacunas, que minan la protección del sistema inmunológico

La alergia es una reacción exagerada (hipersensibilidad) del sistema inmunitario frente a sustancias extrañas al organismo. Las alergias más comunes son causadas por partículas aerotransportadas, como el polen de las plantas o los ácaros del polvo doméstico. Estas sustancias son inocuas para la mayoría de la población, pero no para las personas alérgicas, las cuales en contacto con ellas desarrollan enfermedades respiratorias, estacionales o perennes, como la rinitis o el asma.

Las sustancias que producen esta reacción alérgica se denominan alérgenos y todos los alérgenos conocidos son proteínas o moléculas ligadas a proteínas. Las proteínas del polen de las plantas son ejemplos de alérgenos aerotransportados y las gramíneas son una de las fuentes más importantes de polen alergénico. Otros ejemplos de fuentes alergénicas son otros pólenes, como el olivo, los ácaros del polvo, o el epitelio de los animales (gato, perro, caballo). Existen además otros alérgenos que no se respiran, sino que su contacto es a través de inoculación, como el veneno de los himenópteros (abejas y avispas) o por vía digestiva, como ocurre con los alimentos.

En general, las enfermedades alérgicas pueden clasificarse como: respiratorias (rinoconjuntivitis y asma alérgica), relacionadas con la piel (dermatitis, urticaria, angioedema, alergia al látex), relacionadas con los alimentos (alimentarias) y alergia a las picaduras de himenópteros, aunque la variedad es mucho más amplia ya que cabe mencionar aquí otras alergias también frecuentes como son las alergias a determinados medicamentos y otras que no son tan habituales y que podríamos calificar como raras, como pueden ser la alergia al sol (trastornos en los que el sistema inmunológico del individuo es responsable de la aparición de las lesiones tras una mínima exposición a la luz solar)  o incluso la alergia al frío.

Factores y síntomas

La posibilidad de ser alérgico viene determinada por factores como la herencia genética y el entorno y en cuanto a los síntomas, podemos decir que son muy variados en cuanto a su localización, intensidad y gravedad.

Los síntomas específicos pueden variar, dependiendo del tipo de alérgeno, el lugar de la exposición y el nivel de sensibilidad de una persona a ese alérgeno Lo más frecuente es que los síntomas sean leves o moderados y entre los más comunes encontramos: picor y goteo de la nariz, obstrucción nasal y estornudos seriados; lagrimeo, enrojecimiento y picor en los ojos; prurito corporal, habones, angioedema, eccema o urticaria; dificultad respiratoria, ahogo, tos, o ruidos en el pecho y, por último, dolor de estómago, diarrea y vómitos.

Sin embargo, en ocasiones se pueden dar reacciones alérgicas mucho más graves que pueden incluso llegar a causar reacciones fatales. Es el caso de la reacción que se puede producir tras la picadura de una abeja o una avispa y que puede originar desde picores y sarpullidos incluso en zonas apartadas de la picadura hasta presión en el pecho y dificultad respiratoria, opresión de la garganta, mareos y sensación de desmayo. En algunos casos, puede producirse además una reacción alérgica rápida y grave, conocida como anafilaxia.

Esta reacción es peligrosa si no se trata inmediatamente, ya que puede producir inflamación extrema y obstrucción de las vías respiratorias, lo que hace difícil respirar. En su forma más extrema (shock anafiláctico), la hipersensibilidad puede inducir una caída súbita de la presión arterial y un colapso cardiovascular potencialmente mortal.

Enfermedades alérgicas

En general, las enfermedades alérgicas pueden dividirse en diferentes grupos según el alérgeno implicado y las manifestaciones clínicas. Así, contamos en primer lugar con Alergias respiratorias. En este grupo, los aeroalérgenos más frecuentemente implicados son alergia a pólenes de árboles, malezas y gramíneas, epitelios de ciertos animales (mascotas y animales de granja), mohos y ácaros del polvo doméstico. Por lo general afectan al sistema respiratorio, causando síntomas nasales y/o bronquiales cómo estornudos, rinorrea, obstrucción nasal, dificultad respiratoria, tos, ahogo y sibilancias. Dentro de este grupo, la rinitis alérgica y/o asma son las enfermedades más frecuentes y en muchos casos se acompaña de conjuntivitis.

En un segundo grupo encontramos las alergias a veneno de himenópteros (avispas y abejas son los más comunes) que se manifiesta como una intensa reacción cutánea local (en el lugar de la picadura) o como una reacción sistémica o generalizada, con mareos, urticaria, síntomas respiratorios, cardiovasculares, hinchazón de la garganta u otra localización y en el peor de los casos shock anafiláctico.

La alergia a los alimentos constituye el denominado tercer grupo y se manifiesta de muchas maneras, tales como urticaria, eccema, angioedema, diarrea, náuseas, hinchazón de la garganta, hipotensión y, en el peor de los casos, shock anafiláctico. Las más comunes son las alergias a la proteína de la leche de vaca, las proteínas de huevo, frutos secos, melocotón y la alergia al pescado y marisco, aunque esto depende de la edad del paciente (niño o adulto).

Otro tipo de alergias bastante común es el de las alergias de contacto, es decir, alergias a  sustancias como metales y fragancias o alergia al látex. Afectan a la piel y se conoce como dermatitis de contacto. La más común es probablemente la alergia al níquel y sus síntomas suelen ser picor, quemazón, enrojecimiento y ampollas en la zona afectada.

Finalmente encontramos las alergias a medicamentos. Cualquier medicamento es susceptible de provocar una reacción alérgica pero los medicamentos más frecuentemente implicados son los antibióticos, entre los que destacan las penicilinas y antiinflamatorios de tipo no esteroideo (AINEs).

¿Cómo diagnosticarla?

En el caso de las enfermedades alérgicas respiratorias se diagnostican realizando una historia clínica (anamnesis). Este proceso puede ir seguido de pruebas clínicas o bien de la remisión a otro especialista para confirmar el diagnóstico.

Las pruebas diagnósticas se pueden dividir en 2 grupos, diagnóstico in vivo e in vitro y dentro del diagnóstico in vivo tenemos las pruebas de punción cutáneas  (prick-tests e intradermorreacción) y el diagnóstico mediante prueba de provocación. En el apartado del diagnóstico in vitro recurrimos a la determinación de IgE total y específica.

Las pruebas en la piel son la principal herramienta diagnóstica junto con la historia clínica. Y es que los tests in vivo ofrecen al médico resultados inmediatos (en quince minutos). Estas pruebas miden las reacciones fisiológicas del paciente frente a los alérgenos que se consideran responsables de la alergia.

Tratamientos

Sobre los tratamientos disponibles en la actualidad, los pilares básicos son cuatro: la evitación del alérgeno causal (difícil de prevenir), la educación del paciente, la medicación sintomática y el tratamiento etiológico: la inmunoterapia (vacunas).

Según el Doctor José Mª Olaguibel, presidente de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) y alergólogo del Servicio de Alergología del Complejo Hospitalario de Navarra, las enfermedades alérgicas se han duplicado en los últimos 15 años, llegando a afectar al 25% de la población actual, lo cual significa que una de cada cuatro personas es alérgica.

Entre los motivos del aumento de los casos de alergia al polen se encuentra la teoría de la higiene, según explica el doctor Francisco Feo Brito, alergólogo. “El sistema inmunológico está preparado para protegernos frente a infecciones por virus o bacterias, sin embargo, los avances de la Sanidad Pública en vacunas y el uso de antibióticos han permitido un control eficaz de los procesos infecciosos. Por este motivo, la inactividad del sistema inmune le lleva a una actuación errónea frente a sustancias de nuestro ambiente que deberían ser toleradas, como es el caso de los pólenes”, confirma este experto.

Finalmente, el Dr. Olaguibel indica que la prevención se centra en realizar el diagnóstico etiológico de la alergia y llevar a cabo medidas de evitación. “En la alergia respiratoria, por ejemplo, la evitación y el tratamiento farmacológico permiten controlar eficazmente el proceso. Sin embargo, la vacunación con alérgenos es muy efectiva y segura en aquellos casos que presenten síntomas importantes, siendo el único tratamiento que modifica la evolución de la enfermedad”, concluye.

 

 

NORMAS GENERALES DE DESALERGENIZACIÓN DEL DOMICILIO

  • Los pelos y las plumas de los animales domésticos constituyen un material MUY alergénico. Por lo tanto, debe evitarse la presencia en el domicilio de animales de pelo (particularmente PERROS, GATOS y HÁMSTERES) y pluma.
  • No habrá alfombras ni moquetas. No debe haber macetas dentro de la vivienda, pues en la tierra de la maceta crecen los mohos abundantemente. Sí puede haberlas en terrazas y balcones.
  • Es conveniente pintar las paredes con pintura plástica lavable y, preferiblemente lisas (no estucadas). Son desaconsejables las paredes empapeladas o enteladas.
  • La limpieza se hará a diario con aspiradora o fregando. A los muebles se les quitará el polvo con una bayeta húmeda, pudiendo emplearse sprays limpiamuebles. Nunca se barrerá ni se sacudirá el polvo. Conviene no olvidar cuadros, rodapiés, altillos, etc. Deben evitarse los ambientadores, sprays, etc. con olores intensos y penetrantes.
  • El tabaco constituye un potentísimo irritante bronquial. Por lo tanto, ESTÁ CONTRAINDICADO FUMAR EN LA CASA DE UN PACIENTE ALERGICO, incluso cuando él/ella no esté presente.
  • Se puede usar aire acondicionado siempre que la limpieza de filtros y el mantenimiento se realicen regularmente.

 

Documentacion asociada a la noticiaDescargar Pdf